Cuando inicialmente el combustible y el aire están separados, su combustión se produce en una llama de difusión, o no premezclada. Este modo de combustión se da en los motores diesel, en la combustión en centrales térmicas de carbón o en el fuego de una chimenea, una vela o un incendio forestal.
Si por el contrario el combustible y el aire están inicialmente mezclados, entonces su combustión se produce en una llama de premezcla, o frente de deflagración, que se propaga a través de la mezcla a velocidades subsónicas. Este modo de combustión se da en motores de gasolina, en turbinas de gas de última generación, en los fogones de una cocina y en los calentadores de agua domésticos.
En una detonación el combustible y el aire también están premezclados, pero el frente de combustión se propaga a velocidades supersónicas precedido por una onda de choque. Este modo de combustión se da en accidentes en centrales nucleares, en motores a reacción pulsantes y en aplicaciones militares.
Cuando una nave espacial o un meteorito entra en la atmósfera, su velocidad es tan elevada que se forma una onda de choque muy intensa que rompe e ioniza las moléculas de oxígeno y nitrógeno del aire. Estos gases ionizados impiden las comunicaciones con las naves espaciales durante su reentrada, y las altas temperaturas que se alcanzan suponen un problema para su integridad.